LECTIO DIVINA – CICLO B – TIEMPO ORDINARIO DOMINGO V

Lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7

Lectio: composición gráfica utilizando los motivos principales de la vidriera de la parroquia de la Natividad de Nuestra Señora en Moratalaz, MadridJob habló diciendo:
«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra, y sus días como los de un jornalero?; como el esclavo, suspira por la sombra; como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos, me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Se me hace eterna la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera, se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo, que mis ojos no verán más la dicha».

Salmo 146, 1bc-2. 3-4. 5-6

R./ Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R. /

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R. /

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R. /

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Job atraviesa tiempos de desgracia y su vida cae en la desesperación. Es la historia del justo que sufre. Desde un contexto similar, en el evangelio, Jesús trae vida nueva, salud integral al ser humano. El mensaje del Reino es un viento de esperanza que debe anunciarse a todos los hombres y mujeres de la tierra. Pablo, en la carta a los Corintios, expresa la profunda necesidad que siente de transmitir el evangelio.

Acogemos la Palabra de Dios y descubrimos una vez más nuestra tarea de anunciar la Buena Noticia a todas las gentes.

COMPRENDER EL TEXTO:
El evangelio de hoy es continuación del leído el domingo pasado. De nuevo, Jesús entra en la historia de las personas para que tengan vida plena, para liberarlas de los yugos que las esclavizan: la enfermedad, los malos espíritus… Nadie queda excluido. Cumple la voluntad del Padre, que quiere que la salvación llegue a todos los rincones de la tierra.

 

El evangelio de este domingo y el anterior forman parte de una composición que ha reunido en un solo día diversas acciones de Jesús, en las que se hace presente el Reinado de Dios anunciado por él.

Aparecen tres escenas en las que Jesús se relaciona con la gente y con sus discípulos. Las dos primeras están vinculadas: en las dos la actividad de Jesús consiste en curar, y estas curaciones tienen lugar en la casa y en la puerta de la casa. La primera escena describe una de estas curaciones. Jesús sana a la suegra de Pedro mediante el contacto personal y físico, tomando su mano. Y para que quede constancia de la acción de Jesús, el evangelista cuenta a continuación el efecto de la curación.

El servicio es uno de los rasgos que caracterizan a los discípulos de Jesús, se puede ver en Marcos 10,43-45; 15,40-41, de modo que después de haber sido curada, la suegra de Pedro se comporta como una discípula.

La curación de la suegra de Pedro sirve como modelo de las diversas curaciones que se describen en la segunda escena. Es una forma de decir que lo que le pasó a ella les ocurrió a muchos más. La acción se desarrolla al atardecer, cuando según la mentalidad judía comienza el nuevo día, agolpándose toda la población en la puerta de la casa de Pedro.

Esto no es nuevo en el evangelio, en el pasaje del domingo pasado leíamos algo parecido. Y en otros pasajes pide silencio no sólo a los demonios, sino también a algunos a los que cura y a sus propios discípulos (Mc 1,44). Es el recurso que, tras comprobar las acciones extraordinarias de Jesús, la gente no se haga una imagen parcial y errónea de su persona y misión. La revelación de la identidad de Jesús se completa en su pasión, muerte y resurrección.

La tercera escena tiene lugar a la mañana siguiente. Pedro expresa la voluntad de los habitantes de Cafarnaún y seguramente también la suya: todo el mundo está admirado por las obras que realiza su Maestro. Pero en la respuesta de Jesús se manifiesta algo muy distinto.

Al leer unido el evangelio del domingo pasado y el de este domingo, se descubre un modelo de lo que debe ser la evangelización: el anuncio debe ir acompañado de acciones liberadoras; debe llegar a todos los lugares, no sólo al espacio religioso; la Buena Noticia es para todos, especialmente para los que sufren y no están bien; el anuncio de la Buena Noticia nace de la experiencia del encuentro con Dios. Con este modelo podemos revisar cómo es en nuestra comunidad el anuncio del evangelio.

ACTUALIZAMOS:
La actualidad de Jesús y sus palabras, la relación que tiene con la gente y con los discípulos, su cercanía con Dios, no son para nosotros anécdotas del pasado. Su preocupación por los que sufren y el anuncio de la Buena Noticia del Reino deben definir el estilo de vida de los que le siguen como discípulos.

 

  1. En este pasaje, como en tantos otros, vemos a Jesús buscando el encuentro íntimo con el Padre. La oración es expresión de la fe vivida como confianza en Dios.
    ¿Cómo es nuestra vida de oración?
    ¿Qué experiencia tenemos de encuentro con Dios?
  2. En el pasaje de hoy queda claro que el camino de Jesús sólo lo marca Dios. Y tiene tiempo para orar, expulsar demonios, curar, anunciar el evangelio…
    ¿En qué medida nuestra vida responde al proyecto de Dios?
    ¿A qué dedicamos nuestro tiempo?
  3. El Reino de Dios se iba manifestando en cada acción de Jesús. Nosotros hoy,
    ¿Qué signos del Reino vemos que animen nuestra esperanza?

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