LECTIO DIVINA – CICLO C – TIEMPO ORDINARIO DOMINGO IV

Lectura del profeta Jeremías. 1,4-5.17-19.

Lectio: composición gráfica utilizando los motivos principales de la vidriera de la parroquia de la Natividad de Nuestra Señora en Moratalaz, Madrid En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor: Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré: Te nombré profeta de los gentiles. Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: Frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo; lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte-oráculo del Señor.

Salmo 70.

R./ Mi boca anunciará tu salvación.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé tu mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Dios mío,
fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías.

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

Primera Corintios. 12,31-13,13.

Hermanos: El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.

¿El don de predicar? Se acabará. ¿El don de lenguas? Enmudecerá. ¿El saber? Se acabará. Porque inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar pero cuando venga la madurez, lo inmaduro se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo de adivinar; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora inmaduro, entonces podré conocer cómo Dios me conoce.

En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas. 4,21-30.

En aquel tiempo comenzó Jesús a decir en la sinagoga: –Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: –¿No es éste el hijo de José?

Y Jesús les dijo: –Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm.

Y añadió: –Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Una cosa une a los protagonistas de las lecturas de este domingo: Jeremías es nombrado por el Señor profeta de las naciones, y su anuncio será mal recibido por las clases dirigentes del pueblo. Jesús presenta su misión para todos comparándose con Elías y Eliseo, dos grandes profetas de la tradición judía, consciente de que no es bien acogido por los suyos. Tanto Jeremías como Jesús, a pesar de las dificultades, hacen vida las palabras del salmista: “Mi boca pregonará todo el día tu fidelidad”.
También nosotros estamos llamados a continuar esta misión profética de Jeremías, Elías, Eliseo y Jesús. San Pablo nos asegura que no hay mejor modo de hacerlo que mediante el amor, ese amor auténtico, acrisolado en la prueba, que no pasa nunca.

COMPRENDER EL TEXTO:
Continuando el evangelio del domingo pasado, en el que Jesús se presentaba en línea con la tradición profética de Isaías, hoy se identifica directamente con dos grandes profetas de Israel: Elías y Eliseo. Su mensaje es de liberación: no hay desquite de Dios, sino misericordia y gracia. Su anuncio, aunque pase por la incomprensión y el rechazo, es para todos los pueblos.

Lucas nos presentaba el domingo pasado un resumen de lo que iban a ser la actividad y la vida de Jesús. Hoy continuamos leyendo el texto de Lucas 4,14,21 del que retomamos las palabras finales: “Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar”. Jesús hace esta pequeña homilía para actualizar el texto de Isaías. Recogiendo y actualizando este oráculo, está anunciando que los viejos ideales y promesas que vivía el pueblo se hacen ahora realidad. Jesús aparece como el ungido y enviado de Dios que se toma en serio su proyecto liberador y se dispone a ponerlo en practica.

En un primer momento, todos asienten y se admiran de las palabras de Jesús. los de Nazaret se creen destinatarios y beneficiarios de la misión de su paisano. Además, ha llegado a sus oídos su fama, extendida por toda Galilea gracias al modo de enseñar en las sinagogas y los milagros que realiza; ahora lo han comprobado por sí mismos. Sus palabras le muestran como un profeta que anuncia buenas noticias, pero hay algo que les choca: el humilde origen de Jesús. No les cuadra su mensaje proclamado con autoridad y su linaje humilde. Para los paisanos de Jesús que vivían en una sociedad donde los cargos y los oficios se heredaban y sólo tenían autoridad el padre de familia, los sacerdotes, ancianos y escribas, no era comprensible que su paisano Jesús, el hijo de José hablase como un profeta. Pero lo que terminará por romperles los esquemas es lo que Jesús dice en el versículo 23. El admirado va a ser rechazado en su patria y no hará signos en medio de sus paisanos. Si antes los nazarenos se veían como destinatarios privilegiados de la salvación anunciada por Isaías, ahora se descubren no incluidos entre los preferidos de este tiempo definitivo.

Jesús no puede hacer signos prodigiosos en Nazaret, porque sus paisanos no han sido capaces de descubrir en él su auténtico origen, que va más allá de su humilde linaje. Eso mismo lo explica en los vv. 24-27 con el ejemplo de Elías y Eliseo. Jesús se sitúa en continuidad con la historia profética de su pueblo y escoge a estos dos grandes profetas para mostrar que él ve la historia profética y su misión bajo el signo del universalismo y del rechazo. Su misión es para todos los pueblos, y símbolo de esto son la acción de Elías con la viuda de Sarepta y la curación de Naamán el sirio en el caso de Eliseo. Pero también como aquellos profetas, no encuentran acogida entre los suyos. Podemos comprobarlo en 1 Rey 17,1-24 y 1Rey 5,1-14

Hemos encontrado en los evangelios de estos últimos domingos un avance de todo lo que va a ser la misión de Jesús…, y esto en un ambiente de rechazo. Jesús, el Profeta que inaugura el año de gracia del Señor, supera con su anuncio las fronteras de Israel y nos abre también a nosotros las puertas de su proyecto de liberación.

MEDITAMOS Y ACTUALIZAMOS:
Jesús sabe que su misión no es fácil, como tampoco ha sido sencilla la tarea de los profetas a lo largo de la historia de Israel. Ellos, fieles a la misión encomendada por Dios, han experimentado frecuentemente el rechazo. Jesús ya lo empieza a vivir en su propia piel y en su patria. También nosotros debemos saber que nuestro compromiso cristiano puede estar teñido de incomprensión en nuestro entorno.

  1. ¿Qué hemos visto nosotros en Jesús para considerarle el profeta y el Hijo de Dios, y poner en él nuestra confianza?
    ¿Qué cosas me cuesta aceptar del mensaje de Jesús?
  2. Los milagros de la viuda de Sarepta y de Naamán el Sirio representan y anticipan una misión que rompe fronteras.
    ¿Superamos límites y hemos sido testigos de fe?
    ¿Qué signos de rechazo experimento en m vida cristiana y como los afronto?
  3. Jesús no anula su misión universal a pesar del rechazo.
    ¿Qué sugerencias me ofrece este texto para no perder la esperanza ante situaciones similares?

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