Este cuarto domingo de Cuaresma es el domingo de la alegría. Una alegría que nace de la certeza del amor de Dios por el mundo, por cada uno de sus hijos. Dios nos ama tal y como somos, capaces de lo mejor y de lo peor, y se presta para recorrer el camino de la vida junto a nosotros. 

Hoy han preparado la celebración el grupo de Adolescencia 2. Al entrar al templo nos hemos encontrado unas huellas en el suelo con frases del evangelio y otros mensajes. Todas las huellas forman un camino que nos lleva hasta el altar, donde está Jesús. Delante del altar estaba la cruz, que nos acoge con los brazos abiertos y nos hace más conscientes de que es un signo de salvación y de amor. 

Dios ha enviado a su hijo para salvarnos, pero ¿qué significa salvarnos? Significa que nuestra vida tiene un auténtico y verdadero sentido porque hemos creído en Jesucristo, el hijo de Dios, que nos ayuda a que nuestra vida se llene de amor. Sin amor, no tendría sentido y estaría vacía.
Dios nos ama y nos salva por don, por gracia, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Sin embargo, si no cuidamos nuestra vida y nuestras obras, estaremos en riesgo de perder a Dios y ese debe de ser nuestro miedo, nuestro único temor: miedo a perder a Dios. 

La respuesta a este gran regalo de enviarnos a su hijo, sólo puede ser el amor, como él nos mandó: “que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Con ese amor, Cristo nos hace auténticamente libres desde la libertad. 

Dios no nos juzga, lo haremos nosotros mismos si realizamos malas obras. Jesús, como a Nicodemo, nos dice que hay que “nacer de nuevo para poder ver el reino de Dios”.

Lo fundamental es poner a Jesús en el centro de nuestra vida y dejarnos amar por él.  Todo el esfuerzo que pongamos para ser mejores no tendrá fruto si no dejamos que Jesús nos ame y nos cambie por dentro. 

En estos momentos en los que todo parece confuso e incierto, estamos invitados a donar nuestro amor al mundo, a los que nos rodean, tal y como hizo Jesús a pesar de todas las dificultades que se encontró en su vida. 

Dios ama más a aquellos que más lo necesitan y ese debe de ser también nuestro anhelo. Por eso, también damos gracias por todos los hombres y mujeres que hoy derrochan su amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad, trabajo, tiempo y ayuda a todos los que sufren, porque así construimos entre todos el Reino de Dios ya aquí en la Tierra. 

Os dejamos la canción El amor, de Maite López.