LECTIO DIVINA – CICLO A – ADVIENTO DOMINGO II (La Inmaculada Concepción)

La Misa de Domingo del día 8 de diciembre  coincide con el II Domingo de Adviento

Inmaculada Concepción de María, aun siendo 2º domingo de adviento, nos invita a celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Las 1ª y 3ª lecturas indicadas corresponden a la solemnidad, mientras que la segunda corresponde al 2º domingo de Adviento.

Lectura del libro del Génesis. 3,9-15.20.

Lectio: composición gráfica utilizando los motivos principales de la vidriera de la parroquia de la Natividad de Nuestra Señora en Moratalaz, Madrid Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: –¿Dónde estás?

El contestó: –Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.

El Señor le replicó: –¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer?

Adán respondió: –La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.

El Señor dijo a la mujer: –¿Qué es lo que has hecho?

Ella respondió: –La serpiente me engañó, y comí.

El Señor Dios dijo a la serpiente: –Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Salmo 97,1.2-3ab.3c-4

R./ Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R./

El Señor da a conocer su victoria;
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R./

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R./

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. 15,4-9

Hermanos:

Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.

Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia.

Así, dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre».

Lectura del santo Evangelio según San Lucas. 1,26-38.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: –Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.

El ángel le dijo: –No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel: –¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

El ángel le contestó: –El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó: –Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró.

COMPRENDER EL TEXTO:

Génesis 3,9-15.20:

Los primeros capítulos del Génesis pertenecen al género literario del mito. Es el momento del juicio y de la sentencia. La familiaridad entre Dios y el hombre queda rota por la desconfianza, expresada por el miedo. La relación con el creador se ha trastornado. Dios descubre y establece los hechos, pero todavía no emite juicio. El hombre, al aceptar que está desnudo experimenta la culpabilidad pero le cuesta aceptar la culpa, que supone aceptar la responsabilidad. Lo más fácil es echar las culpas fuera, en este caso a la mujer y ésta, a su vez, a la serpiente. Pero es Dios en relación con los hombres quien hace tomar conciencia de la culpa y, por tanto, de la responsabilidad en el pecado.

Concluye con la sentencia que obliga a asumir la responsabilidad del pecado en forma de castigo. Una puerta queda abierta: las tensiones entre el pecado y el linaje humano se resolverán a favor del linaje humano, que saldrá victorioso.

Lucas 1,26-38:

Texto conocido como la anunciación. Gabriel es el encargado de anunciar los acontecimientos finales (Dn8,16). Anuncia a María algo que desconoce y por eso revela. Lo primero que revela es la condición que tiene María ante Dios: “favorecida”, “agraciada”. Retoma la tradición profética con el contenido del saludo: “El Señor está contigo(Is 7,14 hablará del “Emmanuel”, “D. Con nosotros”.

Ahora el anunciado se llama Jesús: “El Señor salva” Es descendiente de David, heredero legítimo del trono y el nuevo título mesiánico es “hijo del Altísimo”.

Gabriel nos ofrece un resumen de cristología en su respuesta a la objeción de María: la maternidad será obra del Espíritu Santo y del Padre. “Cubrir con su sombra” es expresión única en el N.T. y tiene su referencia en el Éxodo (40,35) cuando la nube de la gloria de Yahvé cubre la tienda preparada por Moisés como señal de la presencia en medio del pueblo.

  • LOS INICIOS: siglo VII en oriente, XI en toda la iglesia. Se buscó el plazo de 9 meses antes del 8 de septiembre, fiesta del nacimiento de María (NATIVIDAD).
  • En 1854 Pío IX después de consultar a todos los obispos del mundo para que manifiesten su sentir y el de sus fieles en este punto, declaró como DOGMA DE FE, que María fue preservada del pecado original en el mismo instante de su concepción. (triunfo de lo popular)

Supone la ausencia de mal y la plenitud de la gracia.

El pecado entra en el mundo cuando el hombre quiere afirmar su yo sin la presencia de Dios, lejos de él (Eva-Adán)

En María la humanidad ha conseguido ya la primera victoria plena sobre el pecado. Pero es al mismo tiempo recuerdo de la lucha continua que espera a la humanidad con la tentación y el pecado. La hostilidad entre la estirpe de la serpiente y la mujer, no acaban con la victoria de María, esta, nos da la esperanza y la alegría en la lucha.

María en su inmaculada concepción, es la imagen radiante de lo que la Iglesia aspira a ser, de lo que la Iglesia, toda ella, algún día será, la Esposa del Señor.

LA VIEJA EVA:
Las lecturas nos ofrecen dos figuras humanas que representan dos formas de abordar la realidad de un mundo marcado por la experiencia del mal: EVA: con Adán, prototipo de la condición humana cuando buscamos culpables sobre los que descargar nuestra responsabilidad antes de admitir las limitaciones de ser solamente humanos, cuando queremos ser como Dioses (comer del árbol), empeño de no admitir lo que somos. Eva es la tristeza, la negación, la fatalidad, el sufrimiento no aceptado, el trabajo entendido como condena y castigo, la familia vivida como carga, lo cotidiano vivido como rutina, la muerte como destino de destrucción, el mundo como tarea imposible, la vida como tarea impuesta. Para Eva, Dios es el ojo vigilante y acusador, el que hace sentirse desnudo y descubrirse todas las miserias.
LA JOVEN MARÍA:
Es el prototipo de quien conoce su propia realidad y sus limitaciones pero está abierta a las posibilidades que le vengan de fuera, sobre todo de Dios. Lleva una vida tranquila hasta que Dios se la complica con un mensaje que supone el comienzo de un camino nuevo y el cambio en el proceso de su fe tradicional. En MARÍA, como en todos los que quieran, se va a hacer presente Dios con todo su poder desbaratando y destrozando la visión antigua y la fuerza de los poderosos, mostrando que la vida no es una condena, ni el mundo una carga y que se puede hacer… que Dios haga. MARÍA es consciente de su limitación, su pequeñez; pero el mensaje de Dios es, precisamente, que cuando alguien se siente pequeño, pero se acoge y se abre a Dios, es cuando empiezan a ocurrir cosas sorprendentes. Lo que en nuestro leguaje es sinónimo de esterilidad inútil, Dios lo convierte en fecundidad y en vida. Por eso hace de una Virgen (la que no puede ser madre) una Madre, y a sus descendientes los constituye en hijos, en lugar de siervos sufridores. María representa nuestro futuro, es la forma en la que Dios nos invita y cuenta con nosotros para hacer cosas grandes si contamos y confiamos en él.

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