LECTIO DIVINA – CICLO B – ADVIENTO DOMINGO II

Lectura del profeta Isaías. 40,1-5.9-11

Lectio: composición gráfica utilizando los motivos principales de la vidriera de la parroquia de la Natividad de Nuestra Señora en Moratalaz, Madrid Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.

Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos-ha hablado la boca del Señor.

Súbete a lo alto de un monte, heraldo de Sión, alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, su brazo domina. Mirad: le acompaña el salario, la recompensa le precede. Como un pastor apacienta el rebaño, su mano los reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida de las madres.

Salmo 84:

R./ Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos». R./

La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra. R./

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R./

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R./

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pedro. 3,8-14

Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.

El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.

Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.

El día del Señor llegará como un ladrón.

Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá.

Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida!

Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se derretirán los elementos.

Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia.

Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

Evangelio según San Marcos. 1,1-8.

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.

Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.

Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: –Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

Continuamos viviendo el Adviento en clave de “preparación”. La creación entera se prepara para la venida del Señor en Isaías. Y en el evangelio, Juan Bautista toma el relevo y anuncia al que es fuerte y trae el Espíritu. Mientras llega el día del Señor, el día en que veremos el cielo nuevo y la tierra nueva, la Iglesia recuerda con la carta de Pedro la paciencia de Dios y la necesidad de prepararse para ese encuentro viviendo en paz con él.
Cada mañana Dios sigue llamando a los cristianos para que sean con sus vidas, como Juan Bautista, señales que hablen al mundo de la venida del Señor.
Proclamamos en la liturgia el comienzo del evangelio según san Marcos. En él se hace una breve presentación de Jesús y se muestra a Juan Bautista como el precursor, el que anuncia la llegada del Mesías. Es un anuncio que, según el relato teológico de Marcos, fue acogido masivamente en la región de Judea y entre los habitantes de Jerusalén.

COMPRENDER EL TEXTO:
El evangelio de Marcos comienza con un prólogo (Mc 1,1-13) que introduce la actividad de Jesús y que leeremos entre este segundo domingo de Adviento y el domingo del Bautismo del Señor. Centrándonos en el pasaje de hoy descubrimos que el primer versículo hace dos afirmaciones sobre Jesús, que serán muy importantes en toda la obra del evangelista.

La afirmación inicial del evangelio según san Marcos es que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (Mc 1,1). Es el “ungido” (eso significa la palabra “Mesías” en hebreo y “Cristo” en griego), el enviado por Dios para salvar a su pueblo, pero su verdadera identidad sólo se revela en la cruz. Sólo en ella queda claro que es el Hijo obediente a la voluntad del Padre.

En el primer versículo del evangelio de Marcos queda enunciada la misión y la verdadera identidad de Jesús, aunque luego se irá desvelando y precisando a lo largo de todo el evangelio. De esa identidad habla la predicación de Juan Bautista (Mc 1,2-8), que es uno de los personajes más significativos del Adviento.

El “evangelio” o Buena Noticia de Jesús se inicia con la predicación de Juan Bautista. Su misión, enunciada con una cita del Antiguo Testamento, es la de preparar el camino al Señor. Por tanto, es un mensajero que está en función de otra persona mayor que él y que se entiende con referencia a ese otro. Los cristianos sabemos que habla de Jesús, pero en el relato esto no ha sido revelado todavía.

Se dice que la predicación de Juan consistía en una llamada a la conversión acompañada de un bautismo en el Jordán que ratificaba la decisión a cambiar de vida y ofrecía el perdón de los pecados. Es importante observar también los escenarios en los que, según Marcos, Juan predicaba y bautizaba, porque el desierto y el Jordán son dos lugares relacionados con el éxodo de los israelitas hacia la tierra prometida. Si antaño el pueblo de Israel fue puesto a prueba y purificado, ahora el Bautista hace una nueva llamada a la purificación y a la conversión.

Por otra parte, llama la atención que se describa la vestimenta de Juan Bautista, porque no es algo común en el evangelio.

El evangelista está señalando a Juan como el nuevo Elías. Él es el gran profeta que, según la tradición judía, debía volver antes de la llegada del Mesías. Su forma de vestir, en consonancia con el mensaje que predica, habla de austeridad y renuncia.

Juan, por tanto, es sólo un mensajero o precursor, pero su anuncio tiene carácter de urgencia, es decisivo y a nadie puede dejar indiferente.

Según los profetas del Antiguo Testamento, la fuerza y el don del Espíritu son señales que identificarían al Mesías esperado (Is 9,6; 11,2). Juan recuerda esto y, haciendo una comparación consigo mismo, deja claro que ni siquiera se considera digno de ser siervo del Mesías al que anuncia.

Es evidente que el evangelista muestra una y otra vez la relación entre el Bautista y Jesús. Juan apunta, como una flecha, hacia alguien que es más fuerte que él y que bautizará con Espíritu Santo. Su anuncio y testimonio despiertan en nosotros el deseo de acoger al Señor que viene.

ACTUALIZAMOS:
Juan el Bautista no es sólo un personaje del pasado. Su mensaje de conversión y su anuncio del Mesías, su modo de vivir y su predicación apuntaban a Jesús. En este Adviento se dirige a cada uno de nosotros.

  1. Juan Bautista fue la voz que anunció la llegada del Mesías, le caracterizaban la austeridad, la humildad…
    ¿Qué actitudes del Bautista podemos hacer nuestras en este Adviento?
  2. La certeza de que el Mesías llegaba configuró el estilo de vida de Juan.
    ¿Hasta qué punto Jesús está ocupando un lugar decisivo también en mi vida?
  3. Apareció Juan Bautista en el desierto predicando un bautismo de conversión”.
    ¿En qué aspectos tendríamos que tomar en serio la llamada de Juan y cambiar de mentalidad y de actitudes?
    ¿Por dónde podemos comenzar?
  4. Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo”.
    ¿Cómo puedo participar de la misión de Juan Bautista como precursor?.

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