Este domingo de Pascua nos deja una imagen preciosa de Dios, que no es lejana, grandiosa o lujosa sino simplemente un pastor que cuida de sus ovejas. Un pastor que es nuestro guía cuidadoso, que nos conoce mejor que nadie.
En las lecturas de hoy, Dios nos cuenta cómo es él para que podamos ir comprendiendo y asumiendo en qué se basa nuestra fe. La resurrección es un acontecimiento que no podemos aceptar enseguida, sino que es un camino y vamos reconociendo al resucitado en muchos momentos que Dios nos brinda en nuestra vida, tanto de encuentro con él mismo como con la cercanía a los demás. Nos cuesta entender que el fundamento de nuestra fe es que debemos darnos a los demás, regalar nuestra vida, aunque a veces es difícil. Por eso nos dice que él es el primero que, como buen pastor, da la vida por nosotros. Además, como guía y pastor, Dios nos conoce mejor que nadie y se relaciona con nosotros por nuestro propio nombre.
Con esta confianza en él, el sábado celebramos la primera reconciliación de los niños que van a tomar la Comunión en unas semanas. Pudieron acercarse con paz a este Buen Pastor que ya nos conoce por dentro y nos va a perdonar pase lo que pase, pero nos pide también nuestro acercamiento y arrepentimiento. En la celebración escuchamos la parábola del hijo pródigo, aunque preferimos llamarla, parábola del Padre Bueno, porque al igual que el buen pastor, nos deja ver el gran amor que nos tiene y cómo da todo para estar cerca de nosotros. El signo que se presentó fue una maceta donde se plantaron unas semillas el día que los niños hicieron la renovación del bautismo, pero en ella había muchos palos que no dejarán crecer las plantas, por eso, hemos ido quitando los palos uno a uno hasta dejar la tierra preparada para dar fruto, regandola también con agua bendita.
Todos los cristianos estamos llamados a preguntarnos: Y nosotros ¿conocemos a Dios?. Conocerle es algo necesario para poder sentirnos cristianos libres y acoger el camino de la fe. Sólo así podremos dar testimonio de quién es Jesús y lo que ha dado por nosotros. Si conocemos a Jesús, seremos hijos queridos del Padre, como nos dice la Escritura.
El Buen Pastor es un ejemplo para todos, para gastar la vida en los demás, aunque sea en el día a día y en los más cercanos. Podemos escuchar, acoger, transmitir esperanza y alegría, intentar perdonar, curar heridas de los demás… todos podemos ser pastores los unos de los otros a imagen del Buen Pastor.
Por eso recordamos también que la imagen que representaba a los cristianos hasta el siglo V, era un pastor cargando una oveja en sus hombros, como nos carga a nosotros cuando necesitamos que nos sostenga.
Hoy hemos rodeado la imagen de flores de papel que han ofrecido los niños de postcomunión y que han preparado la celebración. Ellos también han querido pedir especialmente por nuestra comunidad, por los gobernantes, por los que están solos o enfermos y por todos los grupos de catequesis, especialmente por los niños que pronto recibirán su primera Comunión. Pero también han dado gracias a la virgen María por los médicos, por la comunidad, por los sacerdotes y por todos los que hacen el bien a los demás.
Como signo de cuidarnos los unos de los otros, el sábado compartimos la pequeña celebración mensual de las Comuniones en el jardín de la parroquia para todas aquellas personas que no pueden venir a las celebraciones. Fue un motivo de alegría para todos volver a vernos a recibir el gran regalo de la Comunión.
Le pedimos a Jesús que nos ayude a cumplir su mandato” que nos amemos los unos a los otros, sirviéndonos”
Os dejamos la canción