
PROPUESTA CATEQUESIS EN FAMILIA – 3 DE MAYO 2020, 4º domingo de Pascua ciclo A
De nuevo, este domingo el evangelio nos invita a seguir conociendo un poquito más a nuestro amigo Jesús Resucitado.
Estamos en el cuarto domingo de pascua que se conoce como el “domingo del Buen Pastor”. Es una jornada dedicada a la vocación sacerdotal y religiosa, y a rezar por esta intención. Aquí tenéis toda la información de la 57ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de vocaciones Nativas 2020 que se celebrará en la archidiócesis de Madrid.
A veces vemos ovejas en el campo y esa va a ser la imagen que nos trae el evangelio de hoy. También nosotros podemos ser buenos pastores, como Jesús.
“Yo soy el buen pastor” (Juan 10,11). “YO SOY”, nos describe su identidad y su propósito único y divino. Después de contarnos que Él es la “la puerta”, nos declara que es el Buen Pastor. Además, en el salmo nos van a contar quién es el pastor (El Señor), y con Él, nada nos falta.
Aquí tenéis la catequesis propuesta para hacer en familia
Y para todos, aunque sobre todo para los más mayores, os proponemos estas preguntas:
1.- Jesús es el buen pastor porque te conoce siempre, pero ¿lo reconoces tú a Él? ¿Qué conoces de Jesús?
2.- Es el pastor que viene a tu vida como puerta por donde salir y entrar: ¿te dejas conducir por Él cuando te relacionas con los demás?
3.- ¿Eres tú también, en tu comunidad y en tu familia, una puerta, no para encerrarte, sino para permanecer abierto a la comunicación fraterna y dejar pasar el amor y la confianza?
4.- ¿Esta semana has sentido que alguien te ha cuidado como el buen Pastor? ¿Has estado abierto a acoger, ayudar o has cerrado la puerta? ¿Has tenido una semana dura y necesitas que te cuiden? Si ha sido así ¿Has abierto la Biblia y has escuchado la voz de Jesús?
Para terminar, os animamos a que con vuestra familia hagáis como oración la lectura entre todos del Salmo de esta semana: El Señor es mi Pastor, nada me falta!!
El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor, por años sin término.